21.4.09

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Cada amanecer sale al jardín, hace una reverencia y saluda con un breve cántico al nuevo día y a los millones de espíritus que lo habitan, luego entra a su casa, desayuna sushi y sopa de yerbas y se va a su consultorio, riéndose en el coche. Una vez lo detuvo una patrulla porque creyeron que iba ebrio. "No estoy bebido, sino haciendo mi práctica espiritual". Los policías creyeron que se estaba burlando. La alegría es sospechosa.

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