22.9.10

01


-Lo saben.
-¿Lo saben?
-¡Los gatos! Saben que he roto con él y que estoy sola, y han decidido convertirme en una solterona con gatos.
-¿De qué estás hablando?
-Hay un gato delante de la puerta.
-Peor sería que estuviese en la cocina.
-El tío no para de mirarme, como sabiendo que es mi hora. No parece que vaya a largarse.
-Es un gato callejero, estará de paso, estará descansando. Cálmate, apártate de la ventana y vuelve a la cama.
-No es justo, es inhumano, acabamos de romper, aun soy joven, tengo posibilidades de mantener una relación dichosa. Además, mis óvulos aún son fértiles.
-¿Me gritas a mí o al gato?
-Al gato. Ha movido la cola con desprecio. Todo el mundo lo sabe, lo llevo escrito en la cara, "otra vez soltera", "ha fracasado otra vez", "ha vuelto a equivocarse de hombre otra vez"... ¡No te lamas delante de mí!
-Tienes que tranquilizarte. Estás cansada, estás tensa y no ves las cosas con claridad...
-¡Oh, dios mio!
-¿Qué?
-Ahora hay otro más. Cada vez se complica más la cosa.
-Me rindo.
-Supongo que ahora tendré que empezar a guardar periódicos y revistas, buscar una bata azul, perder los incisivos...
-Bueno, está claro que hoy tienes un día muy ajetreado, así que me despido.
-... y ovillos, tengo que encontrar ovillos.
-¡Adiós!

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